Lúxor
Luxor es muchísimo más que una ciudad o que el templo que lleva su nombre. Es, por decirlo de alguna manera, una pequeña región salpicada de templos, a uno y otro lado del Nilo, de monumentos y enterramientos cuyo conjunto convierten el lugar en algo extraordinario.
Como no podía ser de otro modo la ciudad de Luxor se ha desarrollado en torno al turismo. Hoteles, restaurantes, tiendas de recuerdos y antigüedades y toda clase de servicios, además de la presencia del Nilo, componen un entorno agradable desde el que organizar las visitas por los alrededores y donde descansar y entretenerse después de ellas. Luxor es también el punto de partida y de llegada del recorrido de los barcos que navegan hasta Assuan, de modo que la actividad fluvial está siempre presente en la ciudad.
La antigua capital está dividida, como en tiempos de los faraones, entre la tierra de los vivos, en la orilla oriental del Nilo y la tierra de los muertos, en la occidental. En la orilla Este se encuentra la moderna ciudad de Luxor, construida en torno a los antiguos templos de Luxor y Karnak. Por la orilla Oeste se extienden las tumbas y los templos funerarios de los faraones y de sus dignatarios.
En la orilla oriental se levantan dos templos absolutamente magníficos: el de Luxor, en el centro de la ciudad, edificado durante el reinado de Amenofis III (siglo XIV antes de C.) y completado por Ramsés II y el de Karnak, 3 km al nordeste de Luxor, que es en realidad un conjunto de templos. En su recinto se conservan el Gran Templo de Amón, la Avenida de las Esfinges, y los templos de Montu y de Mut. Cada día, de 7 a 21 (en verano) tienen lugar espectáculos de luz y sonido.
En la misma orilla se encuentra el pequeño Museo de Luxor, 1 km al norte del templo de Luxor, que guarda hallazgos procedentes de las excavaciones en la zona.
La orilla occidental posee numerosos -y muy importantes- lugares de interés. La visita lleva su tiempo porque son muchos y probablemente habrá que hacer una selección entre todos ellos:
Colosos de Memnón. Gigantescas estatuas que formaban parte del templo funerario de Amenofis III, célebres por el curioso sonido que emitían al alba.
Deir el-Bahri. Lugar en el que se encuentra el grandioso templo funerario a terrazas de la reina Hatshepsut.
Deir el-Medina. Necrópolis y ruinas de las viviendas de los obreros que realizaron las moradas fúnebres reales.
Medinet Habu. Conserva el templo de Ramsés III, célebre por su decoración y sus inscripciones.
Necrópolis de Sheik Abd el Qurna. Tumbas de aristócratas y altos funcionarios tebanos. Entre las más interesantes, las de Nakht (n. 52), Menna (n. 69), Kenamon (n. 93), Sennefer (n. 96), Rekhmire (n.100), Ramosis (n.55) y Khaemhat (n. 57).
Ramesseum. 500 metros al Sudeste de la colina de Sheik Abd el Qurna. Ruinas del templo funerario de Ramsés II, decorado con animadas e interesantes pinturas murales.
Valle de los Reyes. Entre las sepulturas más notables, las de Sethi I (n. 17), Tutmosis (n. 34), Amenofis II (n. 35), Ramsés III (n. 11), Ramsés VI (n. 9) y Tutankamon (n. 62).
Valle de las Reinas. Las tumbas más visitadas son las de Titi (n. 52), Nefertari (n. 66) y Amón-her-Khopeshef (n. 55), uno de los hijos de Ramsés III.
Lejos de Luxor están Esna y Edfú. Lejos, pero su aislamiento obliga a programar la visita desde Luxor como excursión de un día.
Esna, a 53 km al sur de Luxor, guarda las ruinas del templo de Khnum, el dios creador de la humanidad, con la gran sala hipóstila y el techo decorado con escenas astronómicas.
Edfú, más alejado (105 km al sur de Luxor), es célebre por el templo de Horus, el dios con cabeza de halcón, uno de los más importantes y mejor conservados de Egipto.
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