Adís Abeba

La capital de Etiopía está situada a 2.500 metros de altura, lo que la convierte en la tercera capital más alta del mundo y lo que le da, también, un clima fresco la mayor parte del año. Las cifras aseguran que alcanza los tres millones de habitantes, y seguramente es cierto. Pero el viajero no tiene la sensación de encontrarse en una ciudad muy populosa.

Tiene espacios abiertos, conviven en ella edificios modernos y altos con otros de tamaño mucho más modesto y en conjunto es una ciudad agradable donde el visitante se desenvuelve con comodidad. Eso sí, en plena transformación, cambiará sin duda en los próximos años.

Por sus conexiones aéreas, en cualquier viaje a Etiopía, Addis Abeba es un punto de paso casi obligado. No tiene monumentos espectaculares, aunque sí atractivos suficientes para ocupar el tiempo a lo largo de un día. Y, sobre todo, es un lugar perfecto donde tomar contacto con el país y su gente.

En la visita a Addis Abeba habrá que ver la iglesia y museo de San Jorge, construida a finales del siglo XIX para conmemorar la victoria del pueblo etíope contra los italianos, y también la catedral de la Santísima Trinidad, de mediados del s. XX, que celebra la victoria que puso fin a la ocupación de Mussolini. En ella están enterrados nobles de importancia y personajes célebres entre los que destaca el último emperador Haile Selassie.

Tampoco puede faltar la visita al Museo Etnológico, el Museo Nacional, donde se exhibe el esqueleto de la célebre Lucy (en realidad una copia), y al Merkato, que se supone que es el mercado más -o de los más- grande de África. Aunque a lo largo y lo ancho del país se encuentran otros mercados menos 'urbanos', no hay duda de que el Merkato es una atracción singular y es también un lugar de gran importancia para Addis Abeba.

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