Sur de Etiopía

Hay dos Etiopías que poco tienen que ver una con otra. La primera es la que corresponde al norte cristiano. Y la otra la que corresponde al sur, con múltiples etnias de origen africano y de religión animista. En poco se parecen ambos extremos y casi nada tienen en común. Quien viaje a Etiopía debe partir de la idea de que se trata de dos viajes distintos.

Todo viaje al sur de Etiopía parte obligatoriamente de Arba Minch, una ciudad pequeña situada al pie de una alta cadena montañosa, establecida al borde de un inmenso lago, el Chamo, poblado por centenares de inmensos cocodrilos e hipopótamos, así como de miles de especies de aves. En las cercanías de la ciudad, se encuentra el Parque Nacional de Nechisar, uno de los más espectaculares y singulares parques africanos.

Pero la verdadera sorpresa para el viajero le espera aún más al sur. El río Omo alberga en sus riberas a los pocos representantes que quedan de una serie de etnias muy especiales y características: los hamer, los karo y, sobre todo, los mursi. Son gentes que en pleno siglo XXI viven igual que hace cien, quinientos, mil años. Gentes nómadas que llevan encima lo muy poco que necesitan para vivir y que han logrado mantener intacta su identidad, a pesar de algunas corrientes modernizadoras que han afectado a otros pueblos africanos.

Cada vez hay más carreteras asfaltadas y pistas de despegue y aterrizaje de aviones para llegar al remoto sur de Etiopía, y la infraestructura hotelera cada día es más variada y completa, dentro de su sencillez.

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