Marruecos
El zoco mas vibrante del norte de África.
Pocos países conservan el exotismo de Marruecos. En las calles de los pueblos, las medinas, las mezquitas, los santuarios y los palacios resuenan todavía los ecos de mundos perdidos, llenos de misterio y envueltos en viejas tradiciones.
Las capitales imperiales cautivan por la riqueza de sus monumentos y por su vitalidad. Fez, con su medina y sus madrasas, es extraordinaria. Meknes, a no mucha distancia, sorprende con sus murallas y mercados y con las magníficas ruinas de Volúbilis en sus proximidades que recuerdan que la civilización romana también llegó a esta región. Rabat, más moderna, y menos visitada, está llena de lugares en los que recrearse. Finalmente Marrakech, en el sur, es una joya, cuidadísima, con sus palacios, sus santuarios, la enorme medina salpicada de ryads y la famosa plaza de Djemaa el-Fna.
Más al sur todavía, al otro lado del Atlas, el paisaje se abre hacia el desierto. Ouarzazate destaca como gran ciudad al borde de una inmensa extensión árida. Y tras ella, muchos otros pueblos se esconden entre gargantas y oasis al borde de caminos que conducen hasta dunas, como las de Marzuga, que hablan de pueblos nómadas y de antiguas caravanas. Y queda todavía el mar, la costa atlántica, barrida por el viento, con nombres como Agadir y Essaouira, pueblos blancos, soleados y alegres y de sabor marinero.
Fez y Marrakech: un viaje breve, con visitas con guía privado en español para conocer dos de las ciudades más atractivas del Magreb.
Pocos países conservan el exotismo de Marruecos. Este breve recorrido comienza por la joya del sur, Marrakech, para continuar hacia las montañas del Atlas y terminar en la costa del Atlántico.
Marrakech sigue siendo un paraíso que puedes descubrir en un fin de semana: pasear por la plaza de Jemaa Fna al atardecer, visitar sus mercados o probar su gastronomía refinada. Una ciudad encantada.