Marrakech

Marrakech es la ciudad imperial del sur, una capital históricamente importante como plaza comercial y como lugar de encuentro de las tribus asentadas tras el Atlas con el norte del país. En Marrackech se mezclan bereberes y árabes, nómadas de las llanuras y montañeses, la mercadería y la artesanía, los palacios y los hoteles, los restaurantes y los campos de golf.

La plaza Jemaa el Fna que da paso a la medina es todo un espectáculo, aunque se ha modernizado. Pero mantiene el desorden -más higiénico ahora- y el bullicio que le dieron fama: puestos repletos de naranjas y granos tostados, mujeres venidas del Anti Atlas para vender sus cestos, narradores de historias, músicos, echadores de buenaventura, vendedores de pociones, curanderos y boticarios y visitantes, muchos visitantes.

La Koutoubia es el faro espiritual de Marrakech, el minarete hermano de la Giralda. Se alza junto a la mezquita de Ben Youssef que se halla al lado de la Madraza, la escuela coránica fundada en 1331 y uno de los monumentos más importantes de la ciudad.

Por supuesto, la medina atrae a toda clase de personas. Forma parte de la ciudad vieja y se extiende por un intrincado laberinto de callejuelas organizadas por oficios. Es el mercado y como tal mantiene toda la vitalidad.

Pero hay más. Fuera de la medina, las calles que la envuelven son ellas mismas un espectáculo en el que entretenerse paseando sin agobios y fisgando, entre la gente, en las más variadas tiendas. Y para seguir añadiendo puntos de interés, los estucos del Palacio de la Bahia, y de Dar Si Saïd, las frías tumbas saadíes y los vestigios del Palacio de el Badii, el bello pabellón de la Menara se contempla en su estanque son algunas, entre otras, de las atracciones que dan brillo a la gran capital del sur.

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