Namibia

África en estado puro.

Con un deje germánico que se siente en numerosos lugares, Namibia es todo menos suave. Su paisaje, seco y rotundo, es una gran extensión de árida sabana que se transforma en un impresionante desierto de arena cuando llega al Namib. Lo más interesante del país son sus espacios naturales.

Etosha, al norte, es una de las grandes reservas africanas, un parque inmenso que hay que recorrer siguiendo la fauna que se desplaza a medida que se secan las escasas manchas de agua. Fuera del parque, oasis como Palmwag atraen a elefantes y otros mamíferos. Pinturas rupestres, fósiles y plantas insólitas en el desierto salpican el camino hasta la costa.

Swakopmund es una gran ciudad a la orilla del mar asentada en un entorno imposible. Al norte se extiende la Costa de los Esqueletos con sus barcos varados y sus grandes colonias de leones marinos. Y más al norte la tierra de los himba, de piel cobriza y sorprendentes peinados. Al sur, Walwis Bay impresiona por sus colonias de flamencos y por el duro encuentro del desierto y el mar.

Finalmente, se llega al corazón del Namib, uno de los espacios más espectaculares de la tierra. Las inmensas dunas, de geometría perfecta, crean paisajes únicos y la sensación inolvidable del contacto con una naturaleza poderosa y virgen.

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