Belice

Refugio de piratas, lugar mágico para amantes de fondos marinos mágicos.

Belice parece no existir. Y la pregunta es cómo es posible que ello ocurra estando a orillas del Caribe y al lado de países con tanto atractivo como México y Guatemala. Seguramente se debe que fue colonia británica hasta 1973 y este hecho la aisló de un entorno de raíces hispanas cuajado de riquezas. Sin embargo Belice comparte con sus vecinos muchos de sus riquezas y destaca por otras que la hacen única.

Belice es llanura junto al mar y acompañada de una frondosa selva en el interior. Un tercio de su territorio lo componen reservas naturales, con extremos casi inexplorados, donde la vegetación reina a sus anchas. Penetrar en ellas y en las tierras elevadas que prolongan el relieve del Yucatán es una aventura que seduce a cualquier amante de la naturaleza. Las selvas no solo son el hábitat del jaguar sino que albergan una enorme variedad de especies de aves que forma un auténtico tesoro. Y albergan también importantes ruinas aztecas, como las de Caracol, que fueron engullidas por la enorme vitalidad de la vegetación y han sido rescatadas para acercar el presente a lo que fueron las viejas civilizaciones centroamericanas.

Pero las selvas son solo una parte de cualquier viaje. El mar resulta más soberbio aún que el interior. Frente a la costa caribeña se alinea un arrecife de coral sólo superado por el de Australia. Multitud de cayos salpican la costa y generan un escenario marino como pocos en el mundo. Todas las actividades para gozar del agua tienen cabida en el litoral beliceño que se convierte en el lugar ideal. No hay visita a Belice sin una feliz estancia junto al mar para bucear, cualquiera que sea el nivel del viajero, entre las especies marinas más sorprendentes y los paisajes sumergidos más bellos del planeta.

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