Río de Janeiro
Río es una ciudad mítica y a pesar de ello, al pisarla, supera las expectativas del viajero. Vitalista y simpática, con una contagiosa alegría de vivir, anima a disfrutar de su excelente clima, de su buenísima oferta gastronómica -carne regia y estupendos cócteles-, y por supuesto de la música y el baile, que exhibe a raudales.
Si se coincide con el Carnaval, la fiesta desborda por todas partes. Con merecida fama, es posible asistir, con una entrada, a los desfiles que tienen lugar en el sambódromo. Son interminables y es aconsejable acudir cuando bailan las grandes escuelas de samba, a partir las 20 horas.
La vida del que viaja a Rio se centra en los barrios llanos que se extienden junto a la línea de playas de la ciudad: Flamingo, Botafogo, Leme, Leblón, Copacabana e Ipanema, nombres que despiertan la imaginación. Son playas magníficas donde los cariocas se reúnen, pasan el día, hacen deporte y bailan. Un espectáculo interminable para observar a la vez que se disfruta del mar y del sol.
Para apreciar el escenario sobre el que se asienta la ciudad lo mejor es subir a alguno de los morros. El Pan de Azúcar, entre Botafogo y Copacabana, es accesible en funicular y desde su cima muestra la belleza de Río bendecido por la presencia de un mar espléndido. Un sobrevuelo en helicóptero resulta una experiencia para recordar siempre. Sobre el Corcovado -más alto aún que el Pan de Azúcar- se levanta el enorme Cristo de hormigón, convertido en imagen inseparable de la ciudad. Desde la altura ofrece una perspectiva inmensamente bella sobre Río de Janeiro y la línea de costa cercana. Y por si las virtudes de Rio fueran pocas, en sus inmediaciones se extiende el parque Nacional de Tijuca un escaparate de vegetación tropical para disfrutar, aún más, de una naturaleza privilegiada.
Las favelas son una lamentable realidad. Ocupan la parte alta de la ciudad y no son el mejor lugar para aventurarse por cuenta propia. Sin embargo, y tomando precauciones, pueden visitarse de la mano de organizaciones especializadas que conocen el lugar y cuentan con el visto bueno de los habitantes.
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