Montreal
Montreal vive en un perpetuo equilibrio entre sus raíces francesas y las inglesas, menos antiguas, pero igualmente ciertas. Es una ciudad agradable y estimulante, joven y vital. Moderna en el área de los negocios y en la más céntrica, mantiene en sus barrios más clásicos trazas más conservadoras que la hacen humana y confortable. Numerosos graffittis en muchos edificios atestiguan su inclinación innovadora y el peso de una asentada vocación artística y universitaria.
Hay que visitar Montreal en verano o en primavera y otoño porque el invierno es duro y justifica la profusión de 'calles' subterráneas que conectan entre sí los centros comerciales para evitar la inhóspita intemperie.
La rue Sainte Catherine, la Place des Arts y el Boulevard Saint Laurent marcan el centro de la ciudad. El Parc du Mont Royal se eleva sobre ella y es un lugar ideal para pasear entre árboles y para gozar de las mejores vistas. El Musée de Beaux Arts es una visita imprescindible. El Quartier Latin resulta un encuentro con los aires franceses y con una contenida sofisticación. Y el Vieux Montréal, el más turístico, recuerda la ciudad histórica convertida hoy en un conjunto de restaurantes y comercios con indudable encanto.
Un recorrido en coche a través de las Montañas Rocosas, desde el interior a la costa: para explorar regiones escarpadas y boscosas, lagos glaciares. Y para terminar una estancia en Vancouver.
Una oportunidad única para visitar al gran oso polar en su remoto hábitat natural de la bahía de Hudson. Acompañados de expertos guías y disfrutando un remoto y acogedor refugio.
Disfruta de los espectaculares espacios naturales de las montañas del oeste de Canadá y termina en las playas de la idílica isla volcánica de Bora Bora.
Dos semanas para viajar en coche por la costa este de Canadá, de sur a norte, viendo paisajes y fauna espectaculares y conociendo Toronto, Montreal y Quebec.
Una propuesta para recorrer a tu aire los parques de las Rocosas, cruzar el famoso Pasaje Interior hacia la isla Vancouver para terminar en la capital de la Columbia Británica.
Senderos interminables serpenteando montañas costeras: un mar fascinante en el que pasean tranquilas las ballenas.
Lagos, fiordos y restos vikingos mientras se contemplan ballenas y aves en esta isla mítica.