Montreal

Montreal vive en un perpetuo equilibrio entre sus raíces francesas y las inglesas, menos antiguas, pero igualmente ciertas. Es una ciudad agradable y estimulante, joven y vital. Moderna en el área de los negocios y en la más céntrica, mantiene en sus barrios más clásicos trazas más conservadoras que la hacen humana y confortable. Numerosos graffittis en muchos edificios atestiguan su inclinación innovadora y el peso de una asentada vocación artística y universitaria.

Hay que visitar Montreal en verano o en primavera y otoño porque el invierno es duro y justifica la profusión de 'calles' subterráneas que conectan entre sí los centros comerciales para evitar la inhóspita intemperie.

La rue Sainte Catherine, la Place des Arts y el Boulevard Saint Laurent marcan el centro de la ciudad. El Parc du Mont Royal se eleva sobre ella y es un lugar ideal para pasear entre árboles y para gozar de las mejores vistas. El Musée de Beaux Arts es una visita imprescindible. El Quartier Latin resulta un encuentro con los aires franceses y con una contenida sofisticación. Y el Vieux Montréal, el más turístico, recuerda la ciudad histórica convertida hoy en un conjunto de restaurantes y comercios con indudable encanto.

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