Caribe

Arena blanca, mar azul: el paraíso al sol.

Cada lugar tiene una imagen. La del Caribe es la de playas estupendas, hamacas bajo los cocoteros, música y gentes moviéndose a ritmo lento, como corresponde a un mundo hecho para las vacaciones y el ocio.

Quienes tienen afición por la cultura, por los paisajes o la naturaleza, a menudo olvidan la realidad de un Caribe oculto tras la imagen de unas vacaciones hechas solamente de sol, buceo y mojitos. Pues bien, el Caribe es mucho más que eso. Además de playas, ofrece en sus diversas islas un abanico de atractivos extraordinarios. Montserrat cuenta con impresionantes volcanes. Dominica –protegida por la UNESCO- se cubre de selvas impenetrables. Santa Lucía posee paisajes vírgenes de belleza legendaria. Trinidad mantiene esa particular cultura que desborda en sus famosos carnavales. Barbuda ofrece el privilegio de la soledad en playas interminables. Y Cuba…. reúne tal cantidad de atributos que sería larguísimo destacarlos todos.

Al Caribe de los cruceros y los hoteles le acompaña ese otro Caribe que componen sus gentes. Africanos de origen, indios, blancos, mestizos, chinos … de todos ellos resulta una mezcla intensa en historia, colores, olores, sonidos que dan al Caribe ese exotismo alegre y riquísimo en sensaciones.

La personalidad del Caribe está en la mezcla. Cuba, con su situación tan ‘particular’, comparte el mismo mar que Gan Cayman, refugio de potentados y escaparate del dólar. El calipso, el reggae, el chachachá y la salsa predominan en una u otra isla según el origen de sus gentes y su particular evolución. Los idiomas –español, inglés, francés, holandés- se funden con lenguas locales como el papiamento o el creole, lo mismo que los platos que componen la gastronomía de cada lugar.

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