Atacama

El desierto de Atacama, al norte del país, se extiende entre los Andes y el mar. Es un impresionante paisaje de extrema aridez, el lugar con menos lluvias de la Tierra, un entorno insólito y casi lunar. San Pedro de Atacama es la puerta de entrada y la base desde la que visitar el desierto. Situada en un oasis, es un lugar lleno de encanto, con construcciones de adobe, casas bajas y un entorno muy cuidado. Hoy es un importante destino turístico con hoteles para todos los niveles, restaurantes y tiendas puestos con gracia, que no ha perdido sin embargo su discreto atractivo.

Son muchos los lugares a visitar alrededor de San Pedro, porque la geología y el clima de Atacama ha creado paisajes muy diversos y auténticamente únicos. El paisaje insólito del Valle de la Luna ha sido modelado por la lenta erosión del viento, que ha esculpido las extrañas siluetas de las colinas que bordean el lecho de un antiguo lago. En el fondo hay una inmensa duna de arena, a la que se puede subir con cierto esfuerzo para tener otra vista. Al atardecer, cuando el sol de la tarde ilumina las rocas, el valle es una explosión de rojos y dorados.

A 10 km al sur de San Pedro se encuentra el Salar de Atacama, una amplia depresión donde el agua de la cordillera se estanca y se evapora dejando una inmensa capa de sal. El Salar es un ecosistema muy especial donde el viajero puede observar las formas que adoptan las sales al evaporarse el agua, y caminar sobre un suelo de cristales, que se resquebrajan bajo el peso al andar con un sonido peculiar. En su entorno hay varias lagunas donde que viven colonias de flamencos. La hermosa laguna Cejar, rodeada de sal blanca, tiene un llamativo color turquesa.

Quienes no detesten madrugar pueden hacer una excursión de unas tres horas para ver el amanecer en el campo de géiseres del Tatío, un espectacular campo geotermal que a esa hora bulle de actividad, con manantiales burbujeantes y altos chorros que brillan a la luz del sol.