Alaska
Alaska, esquina noroccidental del continente americano y frontera del Ártico, es el territorio más salvaje de Estados Unidos. Con una superficie aproximada de tres veces España, y una población de apenas 730.000 habitantes, en tan vasto territorio hay espacio para bosques interminables, enormes glaciares y tranquilos fiordos habitados por focas y ballenas.
Para conocer algunos de los parques naturales más espectaculares de Alaska hay que desplazarse a la ciudad de Anchorage. Desde allí se contratan viajes en avioneta al P. N. del lago Clark, 320 km al sur, uno de los más intactos de Alaska por su difícil acceso. Sus atractivos son la observación de osos pardos y las caminatas junto al lago y por volcanes. Otra joya natural de la región central de Alaska es el P. N. fiordos de Kenai. El mejor acceso es Seward, un pueblo de pescadores del que parten cruceros por la costa.
El parque Denali se encuentra a 6 horas de carretera de Anchorage. Es el más visitado de Alaska por su variedad faunística (osos pardos, lobos, caribús, alces, entre otros) y su paisaje dominado por el monte Mckinley. Por el parque sólo pueden circular autobuses oficiales que salen desde el centro de recepción y siguen la única carretera de la reserva, donde hay miradores para avistar osos pardos que acuden a los ríos atraídos por los abundantes salmones. Finalmente la remota Fairbanks, es la puerta del Ártico y lugar de avistamiento de las auroras boreales. El rigor climático de Alaska aconseja viajar en verano. En esa época, el sol luce 20 horas al día, aunque refresca por la noche. Sin embargo, también es la estación más concurrida, por lo que será conveniente reservar plaza en parques y hoteles. La mejor época para observar la dura travesía de los salmones río arriba es del 15 de julio al 15 de agosto.
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