México Colonial

El centro de México es una región de tierras altas y montañas que bordean amplios valles. El área proporcionaba la mayor parte del oro y la plata del país durante la colonia, y en consecuencia se creó en ella toda una red de ciudades coloniales ricas y prósperas, que hoy conservan intactos evocadores centros históricos. Muchas de ellas son hoy ciudades grandes y modernas, que protegen con orgullo su herencia colonial, muy evidente aquí. Varias han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad.
En la zona del Bajío, que llega hasta la costa del Pacífico, están Santiago de Querétaro -cercana al DF es la más grande e industrial de la zona-, San Miguel Allende -relajada y bohemia, con una abundante colonia de expatriados- y Guanajuato, una vibrante población universitaria situada en una estrecha garganta. De calles empedradas bordeadas de casonas y palacios y hermosas iglesias barrocas, cada una de ellas tiene su propio carácter.

Morelia, totalmente construida en piedra dorada, se despliega en una perfecta cuadrícula alrededor de la Plaza de Armas, donde se levanta su imponente catedral.
Más tranquila y provinciana, Pátzcuaro, a orillas de un hermoso lago, está llena de casas con blasones y coloridos trajes indígenas y tiene un animado mercado de artesanía y antigüedades. En todas ellas, pero especialmente en Pátzcuaro, se celebra con entusiasmo el Día de los difuntos, una de las más alegres y sorprendentes fiestas mexicanas. El recorrido de las ciudades coloniales permite saborear diferentes ambientes, admirar el urbanismo y la arquitectura colonial, ver hermosos paisaje y recorrer la región más próspera del país.

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