Nicaragua

Encajonada entre Honduras y Costa Rica, Nicaragua ha quedado al margen de las rutas viajeras. El istmo centroamericano, montañoso y volcánico se presta poco a transitar por él y deja regiones enteras aisladas del resto del continente.

Con fachadas al Pacífico y al Atlántico, las cumbres de la cordillera central destacan en el horizonte y las depresiones que se formaron se han convertido en lagos cuya extensión los convierte en un auténtico mar.

Tierra de montañas, de muchos volcanes y de clima tropical, Nicaragua mantiene una herencia colonial tan interesante como desconocida. Managua la capital, a orillas de un lago, perdió buena parte de su casco histórico en un reciente terremoto pero conservó una excelente colección de objetos precolombinos en el Museo Nacional.

Pero además de la capital, León y Granada son bellas ciudades coloniales con sus iglesias y nobles casonas donde resuenan todavía los ecos de lo español.

Junto a la herencia cultural, la naturaleza es también afortunada en Nicaragua y conviene no dejarla de lado. El enorme lago Nicaragua es una auténtica sorpresa como lo son los volcanes cuyos poderosos conos se elevan a las alturas. Para disfrutar del Pacífico una parada en San Juan del Sur, por ejemplo, da una idea de la costa y de su vegetación boscosa a la vez que permite conjugar la playa con las caminatas en medio de una bella naturaleza.

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