Machu Picchu

Machu Picchu ha cumplido cien años desde su descubrimiento. Al contrario de lo que fue Cuzco -una capital política y administrativa donde el poder se hacía visible- Machu Picchu fue un centro espiritual, misterioso y oculto entre montañas. Cubierto por la vegetación, ignorado en las crónicas, sin noticias de él, hizo falta llegar a principios del siglo XX para su descubrimiento. Machu Picchu hay que vivirlo porque a pesar de haber visto mil fotos y documentales del lugar el conjunto es impresionante. La visita ocupa el día entero, el recinto es grande y apetece pasear y recorrerlo con calma. Más difícil es recorrerlo en solitario. Lo ideal es acudir temprano o aguardar a última hora para disfrutar de una cierta soledad y recuperar la atmósfera tranquila que parece que necesaria a un espacio natural tan extraordinario.

Desde Cuzco, el valle por el que discurre el camino sigue cuesta abajo, de modo que la cota a la que se halla Machu Picchu (2.360 m) es relativamente baja. Aguas Calientes, es el pueblecito situado en la base del monte donde se asienta Machu Picchu y es el punto de partida de los autobuses que, de forma casi continua a lo largo del día, suben y bajan a quienes visitan el recinto arqueológico.

El Huayna Picchu es el peñasco que se eleva en uno de los extremos de la plataforma de Machu Picchu. La subida al Huayna ofrece vistas espectaculares y constituye un reto que requiere estar en buena forma. Además, la subida está restringida diariamente a un número limitado de personas. Conviene pues reservar con antelación la entrada para evitar el riesgo de quedarse sin ella.

Qué ver en Machu Picchu

Programas sugeridos en Machu Picchu

Otros destinos en Perú