Valle Sagrado
El río Vilcanota que nace en la Cordillera y discurre por las proximidades de Cuzco cambia de nombre al llegar a Urubamba y pasa a llamarse río Urubamba. El valle por el que corre una vez pasado Cuzco es fértil y amplio y se va haciendo más templado a medida que va perdiendo altura. De antiguo fue un lugar poblado y en sus inmediaciones los incas crearon importantes asentamientos. Hoy se lo conoce como Valle Sagrado y su visita se hace casi obligada cuando se viaja también a Cuzco o a Machu Picchu.
El paisaje en torno al valle es montañoso y salpicado de campos de cultivo. Numerosas comunidades indígenas siguen ocupando las tierras y viven tanto de la agricultura como de la artesanía que tratan de desarrollar como forma de supervivencia.
El pueblo de Pisac, a unos pocos kilómetros del sitio arqueológico, ha montado un mercado de artesanía que se ha hecho famoso. Recibe productos de procedencias diversas y es muy variado. Dedicarle un rato y ver lo que ofrecen los tenderos en los distintos puestos será un entretenimiento asegurado.
El pueblo de Chinchero es una población inca todavía vivo. El trazado de sus calles y la disposición de sus casas sigue siendo el mismo que se encontraron los españoles cuando llegaron a Perú. Algunas comunidades campesinas han instalado aquí pequeñas cooperativas dedicadas a la venta de sus productos artesanales, siendo uno de los importantes en la región.
Las Salinas de Maras ofrecen uno de los panoramas más fascinantes del Valle Sagrado. Se asientan en la cabecera de una vaguada que se abre hacia el valle del Urubamba y van descendiendo por la ladera de la montaña en forma de parcelas irregulares que combinan el blanco intenso de la sal con el marrón mineral y brillante del agua que las inunda. La imagen es espectacular y retiene la mirada que se entretiene en mil y un detalles.
Moray es otro de los lugares insólitos del Valle donde los incas dejaron su poderosa huella en el paisaje. Una huella singularmente armónica marcada por esas geometrías perfectas que dan carácter a su arquitectura.
Finalmente, en Ollantaytambo se encuentran las imponentes ruinas que los incas dejaron y que se contemplan como un gran despliegue de bancales que ascienden por la fuerte pendiente de la ladera donde se asientan. Ollantaytambo fue, entre otras cosas, una fortaleza, lo que explica lo abrupto de su configuración. Fue aquí donde Manco, el inca que Pizarro había puesto al frente de Cuzco se refugió para presentar batalla al conquistador después de rebelarse contra el dominio de los españoles. Además de una gran fortaleza el recinto fue también un importante centro ceremonial del que quedan muestras refinadas en la cumbre.
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