Seúl

Situada junto al río Han, a 60 km del mar Amarillo, Seúl fue declarada capital de la Corea unificada bajo la dinastía Yi, en 1394. Entonces empezaron a construirse los palacios reales al norte de la ciudad, al pie del monte Pukak y las murallas protectoras, algunos de cuyos restos aún se conservan. Concluido el gobierno colonial japonés (1905-1945), se convirtió en la capital de la República.

Seúl aporta casi la mitad de la producción industrial del país. En el centro de la ciudad una masa de modernos edificios habla del éxito económico de la capital. En los suburbios, las casas se amontonan unas junto a otras y todos los días las congestiones del tráfico bloquean las carreteras. Del pasado de la ciudad poco es lo que queda. En el museo Nacional se conservan algunos tesoros artísticos y el palacio de Toksugung permite vislumbrar lo que fue la arquitectura Yi.

El barrio de Insa-Dong, el palacio Gyeongbokgung, el mercado de Namdaemun, el cerro Namsam o el área de Gangnam son algunos de los puntos a considerar en cualquier visita para conocer la capital. Paseando por el centro de la ciudad, el viajero encontrará palacios de la dinastía Joseon plantados como señales que proclaman su estatus como asiento de reyes desde 1392. Hallará techumbres de decoradas tejas y paredes de madera en las casas hanok, que descienden suavemente hasta los peñascos de granito del Bukhasan, el parque nacional más visitado del mundo entero.

Junto a todo ello, Seúl sorprenderá con un sistema de transportes inmejorable, una seguridad elevada, lugareños dispuestos a hacer que el visitante se sienta como en casa, y una cultura expresada en muestras de un arte contemporáneo local absolutamente sorprendente y de magnífica calidad. Tras ello es fácil comprender por qué todo el que visita Corea regresa a su país de origen impresionado y sorprendido por todo lo que ofrece el país.

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