Rajastán

El estado de Rajastán, uno de los mayores de la India, se encuentra en el noroeste interior del país, y hace frontera con Pakistán. Se formó a partir de 22 reinos o rajs, que componían lo que se conocía durante la dominación británica como Rajputana, la tierra de los reyes. El Rajastán es una bella mezcla de lo viejo y lo moderno donde las ostentosas fortificaciones y majestuosos palacios, recuerdan un pasado marcado por la opulencia -hasta hace bien poco- de los príncipes y señores.

Los palacios y fuertes de Rajastán, son la seña de identidad de la región, así como los templos de piedra finamente talladas. Los colores, intensos aunque más sobrios y contenidos que en los estados del sur componen el paisaje de las ciudades.

Jaipur, la vibrante capital, es conocida como la ciudad rosa. Jodhpur, la ciudad azul, es una laberíntica ciudadela amurallada y Jaisalmer, construida con arenisca local, se conoce como la ciudad dorada. En el extremo sur del Rajastán, a Udaipur no se ha asignado un color, pero bien se la podría llamar la ciudad blanca por sus muros encalados, sus palacios y havelis junto a los lagos y sus vistas sobre las colinas nevadas.

Al noroeste de Jaipur se encuentra la región desértica de Shekhawati, atractiva por sus evocadores mercados locales y sus innumerables havelis ricamente pintados. Shekhawati es conocida como la galería de arte al aire libre, por concentración de frescos que decoran las fachadas de sus casas.

Bikaner también merecerá la visita, con su fuerte defensivo y el templo de las ratas, donde se reverencia a las más de 20.000 ratas que habitan en su interior. Sin embargo, el Rajastán no son sólo antiguas ciudades ilustres, es también naturaleza y biodiversidad, tal y como se comprueba en el parque nacional de Ranthambore, una de las mejores reservas de tigres del país.

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