Miyajima

La pequeña isla de Itsukushima, conocida popularmente como Miyajima, es montañosa y rural y se alcanza en un corto y cómodo trayecto en ferry desde Hiroshima. Al borde del mar reposa el santuario Itsukushima-jinja, levantado en el s. XII y dedicado a la diosa guardiana de los mares. El amplio conjunto de edificios y galerías -declarado Patrimonio de la Humanidad- se apoya sobre pilotes de modo que, cuando la marea sube, parece flotar en el agua. En su entrada se encuentra la puerta Ootorii, una de los iconos del país. La elegante construcción de madera lacada en rojo se levanta sobre el agua y es accesible a pie con marea baja.

En el santuario hay frecuentes ceremonias. Se celebran fuegos artificiales, procesiones de barcos en verano y danzas cortesanas -bugaku- varias veces al año.

El paisaje de la isla, cubierta de arces, es espectacular en otoño, cuando las hojas son doradas y rojizas. Hay agradables paseos que llevan hasta el templo Daishoin, en las faldas del monte Misen, desde cuya cima - solo 530 metros- se abren vistas espectaculares sobre la isla y sobre la pagoda de cinco pisos Goju-no-to.

Miyajima tiene numerosos hoteles en tradicionales, ryokanes, posadas japonesas en trance de desaparecer en muchas regiones. Son edificios de madera, con suelos de tatami y puertas correderas donde el viajero puede vivir a la japonesa por una noche y probar la cocina local fuera de un restaurante. Se trata de lugares tranquilos y acogedores en los que es un placer alojarse.

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