Amán

Establecida como capital a principios del siglo XX, Amán es una ciudad donde la historia pesa menos que en otras ciudades de Oriente Medio. Las grandes poblaciones de desplazados que migraron a ella -primero palestinos y después libaneses, sirios e iraquíes- han dado a la ciudad una energía y un dinamismo característicos y la han hecho crecer hasta los dos millones de habitantes.

En la parte oriental hay barrios más humildes y de carácter más conservador, mientras en el lado occidental se extienden los distritos residenciales, con cafés, tiendas de moda y galerías de arte. Para entender la vida de la ciudad, así como para entender Jordania, es importante conocer estos dos aspectos de la ciudad y de su gente.

Jabal Al Qal'a, o la colina de la ciudadela, es el centro del Amán histórico. La colina fue poblada desde el paleolítico, y en ella se superponen los restos de la ciudad romana, materializados sobre todo en el teatro, a los pies de la colina, y el templo de Hércules. Posteriores son una iglesia bizantina y el inmenso palacio Omeya.

Sobre la colina de Jabal Amman se han desarrollado los barrios prósperos de la ciudad moderna, con interesantes muestras de arquitectura del s. XX. Esta parte de la ciudad se organiza en círculos, el primero y central reúne cafés, galerías de arte y elegantes mansiones. En el segundo círculo se encuentran callejuelas con tiendas y restaurantes, mientras los distritos residenciales y grandes hoteles se agrupan en el tercer círculo. Los edificios administrativos y embajadas ocupan el cuarto y quinto círculo. En el sexto se levantan los rascacielos del distrito financiero.

Amán es una ciudad tolerante y abierta, con una activa vida cultural en instituciones como el centro de arte Darat al Funun, la Galería Nacional y los numerosos espectáculos musicales. Es un lugar acogedor que se esfuerza por sumarse a la modernización.

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