Petra

Al sur del mar Muerto, en la cuenca del valle de Aravá que se abre hasta encontrar el golfo de Aqaba, se encuentra la ciudad de Petra, uno de los lugares más insólitos del mundo. De ella quedan los imponentes templos tallados en la piedra rosa del monte Hor por los nabateos hace cientos de años.

Petra es un tesoro escondido en el desierto. El acceso a ella por un estrecho camino abierto como una grieta en la roca no puede ser más espectacular. El viajero lo recorre entre sus altas paredes que súbitamente terminan y dejan a la vista la monumental fachada del Tesoro. Los nabateos lograron el control del cañón del Siq, lo que les dio el dominio del valle y de las numerosas caravanas que recorrían esta ruta. Por aquí se transportaban incienso de Omán a Gaza y brazaletes de oro de Alepo a los zocos de Yemen. Este comercio dio lugar a riqueza y poder y explica la existencia de las refinadas ruinas de Petra, abandonada durante siglos.

El área que ocupó Petra se extiende a lo largo de kilómetros, por un entramado de cauces de ríos secos, elevaciones y valles que forman un intrincado paisaje. La erosión ha extraído de la roca inesperadas formas y colores que son parte del atractivo del lugar. En las paredes de piedra los nabateos tallaron con maestría fachadas, templos y tumbas reales que muestran la grandeza de la época dorada de la ciudad.

Los pilares de la puerta de Adriano dan paso al Cardo, la antigua vía principal de la ciudad, un paseo imprescindible. Otro lugar interesante es el Monasterio, al que se accede tras una trabajosa ascensión en escalera. Su complicada fachada y las espectaculares vistas sobre el valle y los alrededores merecen el esfuerzo. Petra es un lugar único y por eso mismo muy visitado. Lo ideal es disfrutar de él a unas horas en las que los autobuses de turistas no han llegado aún o se han marchado ya. En todo caso su belleza soporta bien la afluencia de visitantes que acuden a admirar sus tesoros todos los días.

Programas sugeridos en Petra

Otros destinos en Jordania