Líbano

La Suiza de Oriente.

Si hay un país con más contradicciones que cualquier otro, ese es Líbano. Pequeño, como cualquier provincia española de tamaño mediano, está compuesto por un mosaico de comunidades, todas con una larga historia a sus espaldas. Y entre ellas en un equilibrio inestable sostenido por políticos curtidos en las guerras y en el ejercicio de sorprendentes malabarismos.

Maronitas, en buena relación con el Vaticano, melquitas, bajo la obediencia de la iglesia católica de oriente, cristianos ortodoxos, drusos, asentados en las montañas y considerados herejes por los musulmanes, palestinos expulsados de Israel, chiitas cortejados por Irán y defensores de Hezbolá, sunitas…. se reparten un territorio de resonancias bíblicas donde a lo largo del tiempo dejaron huella los fenicios, los romanos, los cruzados, los turcos y que llegó al siglo XX con la imagen de haberse convertido en la Suiza del Próximo Oriente.

Hoy Líbano es el resultado de una tierra en permanente fricción. En la franja del mar, Tiro, Sidón y sobre todo Beirut aparecen como ciudades modernas y dinámicas que poco pudieron conservar del pasado otomano como consecuencia de las guerras. El valle de la Bekaa aparece como un vergel, condicionado por la proximidad de Siria y bendecido por las espectacularísimas ruinas de Baalbek.

Los montes que separan Líbano oriental de la llanura mediterránea son duros aunque conservan los famosos cedros del Líbano -si bien en menos cantidad de los que hubo antaño- y el sur, montañoso también en gran parte y sembrado de pequeños pueblos, sigue siendo territorio en tensión debido a la proximidad de Israel.

Quien busque un país extraordinariamente interesante, en el llamado Levante oriental y con inconfundible sabor mediterráneo encontrará, sin duda, en Líbano el lugar que busca.

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