Mongolia

Cabalgar por la estepa como un mongol en el siglo XXI.

En el corazón de Asia, Mongolia aparece aprisionada entre China y la Siberia rusa. Como una isla en medio de un océano de tierra, se diría devorada por el entorno, separada del resto del mundo. Su geografía y su clima explican buena parte de su condición de territorio casi vacío, compuesto por grandes espacios de aspecto virgen.

En Mongolia, la tierra no se cultiva. Las montañas, muchas veces suaves, dejan libre grandes extensiones, de textura arisca, que tienen mucho más de desierto que de tierra fértil. En la primavera, el paisaje se viste de verde, pero en la mayoría de casos es un espejismo porque la hierba que despunta con el buen tiempo se agosta con rapidez y el color de la estepa se impone con sus tonos marrones.

Mongolia es tierra de grandes horizontes casi despoblados, sembrados de yurtas que se dispersan y que representan el modo de vida de una población mayoritariamente nómada. Por supuesto, Mongolia es mucho más que esto y Ulan Bator se alza como una gran ciudad de perfiles modernos. Pero no deja de ser cierto que, lejos de las ciudades -que son pocas-, el inmenso territorio que las envuelve lleva la imaginación más al pasado que al futuro. El aire de la estepa, la grandeza de sus paisajes rotundos, la claridad de la atmósfera durante el día y de los cielos nocturnos, y la vida que nace de todo ello hacen del viaje a Mongolia una experiencia insólita e impactante.

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