Turkmenistán

La república más misteriosa e inexplorada de Asia central.

Turkmenistán es un país tan singular como desconocido. Algunos, con ironía, lo llaman la Corea del Norte de Asia Central y es que su evolución, tras su salida del imperio soviético, fue por un camino orientado a la gloria de su líder Saparmyrat Nyýazow, dictador para unos y excéntrico megalómano para todos, y a la muerte de éste, a la gloria de su sustituto Gurbanguly Berdimuhamedow

Turkmenistán, al norte de Irán, es una enorme llanura casi toda desértica que desemboca en el mar Caspio. Un imponente desierto que no le impidió, sino todo lo contrario, ser un corredor de paso entre Oriente y Europa. Por su territorio pasó Alejandro Magno, pasaron los persas, pasó la Horda de Oro que conquistó Rusia, los selyúcidas que se hicieron con Turquía, la Ruta de la Seda, los zares rusos y los bolcheviques soviéticos y algunos más.

Hoy, con grandes reservas de petróleo y gas, sorprende por lo aparentemente disparatado de su capital Asjabad, una ciudad artificial y de ahí su singularidad. Grandes espacios urbanos, edificios de mármol para monumentos e instituciones, estatuas al presidente vitalicio Nyýazow componen un paisaje que no tiene parecido en otro lugar del mundo. Las dificultades para entrar en el país, la especie de toque de queda vigente para extranjeros, la escasez de internet, las restricciones a la libertad de movimientos o a la fiebre actual de hacer fotografías añade un plus de exotismo al panorama de la capital y del país entero.

Lejos de Asjabad, el cráter de Darvaza es un auténtico hito geológico. Geológico y artificial al mismo tiempo porque es el resultado del incendio de los gases que afloraron del subsuelo de una antigua prospección de gas y que crean un impresionante crisol donde el poderoso fuego y su alta temperatura dominan el paisaje.

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