Fergana
Fergana o, más propiamente dicho, el valle de Fergana (también Ferganá), está repartido entre tres de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética hoy convertidas en estados soberanos: Uzbekistán que ocupa la mayor parte de su territorio, Tayikistán al norte y Kirguistán al sur.
Rica por su agricultura, con un paisaje verde entre elevadas cumbres que contrastan con el polvoriento marrón del desierto, forma un espacio fronterizo, étnicamente diverso y distinto del que predomina en el conjunto de Uzbekistán. Por todo ello ha sido también una región inestable donde han aflorado las tensiones entre grupos de población cuando el manto de la Unión Soviética que procuraba la paz en todo el territorio dejó de existir.
La historia del valle se remonta a más de 2.300 años, cuando su población estaba a punto de ser conquistada por los invasores greco-bactrianos llegados del oeste. Los cronistas chinos datan sus escritos hace más de 2100 años y hablan del encuentro entre las civilizaciones griega, china, bactriana y partia. Fergana fue el hogar de Babur, fundador del imperio mogol, que enlazaría la región del Asia Central con el Afganistán moderno y con Asia del Sur. El imperio de los zares conquistó el valle al final del siglo XIX, hecho que daría lugar al posterior dominio por parte de la Unión Soviética en la década de 1920. Las tres repúblicas soviéticas que compartían el territorio se independizaron en 1991.
El valle y sus inmediaciones sigue siendo en gran parte musulmán, poblado por comunidades de raíz uzbeka, tayica y kirguís, a menudo entremezcladas y que no coinciden con las fronteras modernas. Históricamente ha habido también importantes minorías rusa, kashgara, kipchaka, judía de Bujará y romaní.
El masivo cultivo del algodón, introducido en época de la URSS, sigue siendo fundamental para la economía del valle y de todo el país, lo mismo que la amplia variedad de otros cultivos (granos, frutas, vegetales), la ganadería y minería…. La mezcla de todo ello con el ambiente de los pequeños pueblos, de sus bazares, de la vida de la gente en el campo dan al valle de Fergana un carácter propio que contrasta con todo lo que haya podido verse en las tierras llanas y áridas de las regiones occidentales de Uzbekistán.
Un recorrido por Uzbekistán visitando su capital, Taskent, para acercarse al presente, y a las míticas Samarcanda, Bujará y Jiva, que ofrecen la mejor panorámica de lo que es, y ha significado, la meseta árida de Asia Central por donde transitaban sedas y especias.
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