Ho Chi Minh

La antigua Saigón es una ciudad en pleno desarrollo, activa, con un tráfico disparatado… Tiene interés porque es la imagen de ese Asia que se mira en China, lanzada a la carrera de alcanzar a Occidente. Desde un punto de vista cultural, o para un viajero romántico, Ho Chi Minh, lo mismo que Bangkok, es un puro hervidero en continuo movimiento. Es decir, puede parecer de un interés menor. Desorden y un ambiente frenético dan imagen de una ciudad que no descansa y que ha desbordado los ordenados márgenes que la antigua capital colonial, con sus avenidas rectas y despejadas y con un urbanismo armónico, había previsto.

Ahora, edificios nuevos, calles nuevas, atascos importantes anuncian una capital que está a medio hacer y que está lejos de la espectacularidad de Hong Kong con sus grandes rascacielos de los mejores arquitectos. Dicho de otro modo: que no es una ciudad para enamorar al visitante. Pero es Vietnam. Es la realidad misma y por ello está justificado detenerse en ella y dedicarle un tiempo para conocerla en una estancia corta.

Una visita a la ciudad, al antiguo barrio francés, al barrio tradicional de los chinos, puede acompañarse de alguna excursión por los alrededores y dará ocasión de familiarizarse con el sur del país.

En las proximidades de Ho Chi Minh, a unos 70 kilómetros, se encuentran los túneles de Cu Chi, un complejo entramado de galerías a tres niveles y donde impresiona el ingenio con que fueron construidos pasadizos, salas, habitaciones por la guerrilla. También llama la atención Tay Ninh, donde se visita el templo Cao Dai, de una curiosísima y nueva religión, nacida nada menos que en 1926, cuyas imágenes, símbolos y rituales llenos de color resultan espectaculares.

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