Sarajevo
Sarajevo se halla a algo más de dos horas de Mostar por una espectacular carretera de montaña que discurre paralela a las verdosas aguas del río Neretva. Su trazado es sinuoso y corre entre frondosas montañas y pequeños cañones. Históricamente los Balcanes han sido frontera entre oriente y occidente. Lo fueron entre Roma y Constantinopla, entre el Imperio Austrohúngaro y el Otomano, entre cristianismo e islam, y Sarajevo, una pequeña y agradable capital enclavada en un valle bordeado por los Alpes Dináricos junto al cauce del río Miljacka, condensa tanto el carácter de ciudad de frontera como el de ciudad de encuentro de poblaciones distintas.
Marcada por una fuerte diversidad religiosa, pocos lugares en el mundo tienen una iglesia ortodoxa, una católica, una mezquita y una sinagoga en apenas 200 metros. Y para acabar de dibujar su imagen de ciudad-mosaico hay que añadir monumentales edificios austrohúngaros, feos y grises edificios socialistas y un bazar con fuerte sabor oriental, lleno de pequeñas tiendas y animados cafés.