Dubrovnik

La antigua Ragusa es Patrimonio de la Humanidad. Es una de las grandes ciudades históricas del Mediterráneo. Muy bien conservada, y toda ella peatonal, es una especie de museo vivo y al aire libre. Palacios, iglesias, muralla, conventos, fuentes, casas... mantienen el aspecto de una población que se ha ido haciendo al paso del tiempo y que sigue estando habitada.

Se halla en un entorno incomparable, rodeada por el mar. El emplazamiento y su carácter de ciudad-monumento hacen de ella una ciudad muy turística, con tiendas, restaurantes, salas de exposiciones, bares... y multitud de visitantes. A pesar de lo cual sigue siendo una bellísima ciudad que no puede dejar de visitarse.

Un día entero es suficiente para recorrerla e incluso para hacer alguna excursión por los alrededores inmediatos. Aunque, por supuesto, si se dispone de un poco más de tiempo, la estancia se aprovechará mejor, el recorrido por la ciudad y la visita a los alrededores podrán hacerse con mayor detenimiento y más calma. Los hoteles están en su gran mayoría fuera de la ciudad, desperdigados a más o menos distancia de ella.

Para visitar Dubrovnik hay que dejar el coche fuera de las murallas en los lugares de aparcamiento previstos y pasear por las calles. Será cuestión de ir entrando en las iglesias y los edificios que se pueden visitar, adentrarse por algunas de las callejuelas empinadas que bordean la vía principal y llegar hasta el puerto. No debiera olvidarse el camino que discurre por lo alto de las murallas y que ofrece una amplia perspectiva de los tejados de la ciudad y del entorno marino.

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