Split

Plantada mirando al mar, Split es una ciudad grande que ha crecido ocupando nuevos espacios. Pero es una ciudad muy activa y llena de vida. Para el visitante el interés se centra en el casco antiguo, de calles estrechas, rincones diversos, placitas... y situado frente al mar. Ese Split de siempre gustará a quienes sientan la atracción de las ciudades mediterráneas: del sabor de los barrios viejos de Barcelona, de Valencia, de Nápoles o de Palermo.

Por la noche, cuando hace buen tiempo, la gente pasea por la calle de este casco antiguo porque está llena de pequeños bares, restaurantes más o menos lujosos, tiendecitas que cierran a deshora, tenderetes ... Es un Split con sabor para quienes puedan enamorarse de una ciudad con cierta dosis de decadencia y entre esa decadencia, invadido por la ciudad, se encuentra una joya intocable y única: el palacio del emperador Diocleciano.

Ahí, encerrado entre las casas, ocupado literalmente por ellas, y mirando también al mar por uno de sus lados, está un enorme palacio romano, que contiene en su interior calles y casas, templos, columnas, una catedral, tiendas donde se venden cosas, gente de la calle y turistas, todo junto y en pleno bullicio.

Por toda esa mezcla, Split es una ciudad única. Está vista en menos de una mañana, pero pasear y meterse por sus recovecos y parar en los tenderetes que ofrecen a los turistas sus mercancías merece sin ninguna duda la pena.

Desde el puerto de Split hay una buena comunicación por ferry con las numerosas islas que se encuentran en sus proximidades y con Italia.

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