Mykonos

Mykonos con sus casas cúbicas de un blanco radiante, la imagen de sus molinos destacando sobre el cielo azul, sus playas... fue una isla afortunada por su belleza y su ambiente. Debido a ello hoy es un activo centro turístico dotado de instalaciones dedicadas al ocio -restaurantes, hoteles, bares, tabernas, discotecas- que sigue conservando el favor de los visitantes y la imagen mítica de las islas del Egeo.

Se trata de una isla árida y rocosa, situada a 94 millas náuticas del Pireo, al sureste de Tino y al norte de Paros y Naxos. Pertenece al conjunto de las Cícladas y tiene una extensión de 85 km cuadrados. Sus cimas más elevadas no pasan de los 350 m. de modo que el relieve es más un elemento de decoración que juega con el paisaje que un obstáculo que divida la isla.

Uno de los rasgos que caracteriza a Mykonos es su sobriedad. La sobriedad de una tierra que pone aún más de relieve los encantos del mar paradisíaco que la rodea, la transparencia de las aguas marinas y la luz que baña la atmósfera. En Mykonos no hay casi árboles, la vegetación es en general escasa y el viento barre la superficie de la tierra y realza la sensación de una naturaleza pura.

De acuerdo con el mito, la isla tomó el nombre de Míkonos, hijo de Apolo. Por lo tanto, y fiel a los atributos del dios, es la isla de la luz. Según la leyenda, las rocas de granito que emergen de su suelo se formaron a partir de las que empleó el dios Poseidón en su pelea contra los gigantes.

El pintoresco puerto de Mykonos con sus blancas construcciones, de puertas y ventanas de madera que resaltan frente al azul intenso del mar, acoge tanto a pequeñas embarcaciones como a los yates más lujosos en una armonía que le da un aire diferente al resto de las islas.

El espacio interior de la ciudad está sumamente cuidado. Sus balcones aparecen adornados con gran colorido, y las casas se distribuyen armoniosamente al borde de las calles limpias y serenas. Tabernas, tiendas e iglesias, dan el toque final a esta localidad tan peculiar. Las casas medievales del Kastro -el castillo que corona una pequeña elevación- y las iglesias de Paraportianí, son los principales 'monumentos' de la isla.