Islandia
Cráteres, glaciares y auroras boreales.
Islandia es seguramente el país más singular de los que componen Europa. Lo es por su condición de isla y su situación extrema al borde del círculo polar ártico. Lo es también por su posición sobre la falla que separa las placas continentales europea y americana. Lo es por su escasísima población, concentrada casi entera en la capital Reikiavik y sus alrededores, lo es…
Viajar a Islandia es dirigirse a un mundo distinto. Islandia es un desierto, pero un desierto muy particular, un desierto hecho de volcanes y de hielo. Las grandes erupciones cubrieron la tierra y arrasaron la vegetación. La lava ocupa buena parte del territorio, unas veces a la vista, otras cubierta de hielo y otras cubierta de una fina capa de tierra donde plantar el forraje que permitirá pasar el invierno.
La naturaleza, prácticamente virgen, sorprende al viajero con sus cascadas y con los ríos que se cuelan animosos por estrechas grietas buscando su salida al mar. Cráteres convertidos el lagos, elevadas paredes hechas de basalto, géiseres, campos de fumarolas y de pozas burbujeantes que descubren la viva actividad volcánica que late en el subsuelo, aguas termales y un cielo que pasa del azul más transparente al gris oscuro varias veces al día prometen a quienes visitan la isla un viaje distinto y lleno de emoción.
Una propuesta para los amantes de la acción y la adrenalina, conduciendo 4x4, motos de nieve y quads sobre las espectaculares montañas, glaciares, ríos y playas de lava de las Tierras Altas y del Sur de Islandia.