Monreale
A 8 km de Palermo, construida bajo el reinado de Guillermo II (1174), el último de los monarcas normandos, la abadía de Monreale es un magnífico ejemplo de madurez del arte bizantino y también de la convivencia de estilos típica de Palermo. En ningún caso habría que perderse la visita.
El Duomo tiene el aspecto masivo propio de la arquitectura normanda y parecido al de la catedral de Palermo. Lo mismo que en ella aparecen añadidos de distintas épocas.
El interior sorprende por su opulencia, amplísimo, de planta basilical a tres naves, separadas por columnas antiguas. El techo posee un riquísimo artesonado con motivos ornamentales en azules, verdes y oro. Pero lo más sobresaliente son sin duda los mosaicos que cubren las paredes y el ábside, comparables por su belleza con los de San Marcos de Venecia.
El claustro constituye otra parte de la abadía no menos impresionante que el Duomo. Sus deliciosas arcadas árabes poseen incrustaciones de mosaicos de colores formando motivos geométricos, todos distintos. Los capiteles son de una riqueza imaginativa extraordinaria, alternando escenas religiosas con profanas. En uno de los lados aparece una bellísima fuente de inspiración musulmana que servía de lavabo a los monjes.
Un placer para los sentidos: un viaje para disfrutar de algunos de los hoteles con más glamour y encanto de la costa amalfitana, y que mejor conservan las huellas y el orgullo de su pasado.
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