Palermo

La capital de Sicilia está admirablemente situada en una llanura que por su exuberancia ha sido llamada Conca d'Oro y al fondo de una gran bahía azul. Cartaginesa, árabe, normanda, catalana y española, todas las civilizaciones y culturas han dejado en ella su huella, aunque lo que destaca desde el primer momento, en sus viejos barrios, es el carácter mediterráneo de la ciudad, tan similar al de las ciudades costeras españolas: Barcelona, Valencia....

Palermo gusta, pero puede disgustar. Hay que cogerle el aire porque todo el pasado histórico, que es enorme y se materializa en palacios, iglesias, fuentes, calles..., aparece a menudo deteriorado y decrépito. Hay que mirar Palermo con ojos de otro tiempo. Porque Palermo es una ciudad antigua y viva, donde el desorden es también signo de vida y reflejo del paso del tiempo cuando no ha habido medios -¿o voluntad?- para las restauraciones.

Palermo necesita una mirada romántica y benévola. Entonces es difícil de olvidar por el encanto de sus rincones y de sus calles estrechas, de sus iglesias barrocas y de sus patios llenos de plantas. Y también por Monreale, en sus alrededores, esa joya del arte bizantino que se cuenta entre los monumentos más sobresalientes de Italia.

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