Volcán Etna

No es exagerado decir que el Etna constituye la mayor atracción de Sicilia. Su visita produce, sin duda, un fuerte impacto y una extraña sensación de inquietud, fascinación y belleza plástica a la vez. Se trata del mayor volcán del continente europeo, con la impresionante suma en su haber de 135 erupciones (la más antigua conocida, descrita por Píndaro, fue en el 476 a.C.: más recientemente, la de 1971 destruyó el observatorio y un tramo del teleférico, y en 2002 se originaron más de catorce bocas explosivas cuya lava destruyó varios hoteles, instalaciones de esquí y dejó a Catania durante unos días sin aeropuerto).

Con una superficie de 157 km2 y una altura de 3.326 m, el volcán tiene la forma de un cono, truncado a los 2.900 m por una plataforma que no es otra que el antiguo cráter sobre el que se levanta otro generado con posterioridad. La ascensión por sus laderas permite contemplar los cambios en la vegetación. La parte más baja, extremadamente fértil, abunda en árboles frutales y viñedos que se extienden entre villas de veraneo. Más adelante se inicia una zona arbolada, con castaños y hayas. A medida que se asciende la vegetación desaparece y da paso a campos de lava de abrupto relieve y aspecto imponente.

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