Balestrand
Balestrand es uno entre otros pueblos posibles donde parar y hacer base desde la que recorrer el Sognefjord y sus alrededores. Lo que ocurre es que Balestrand tiene una vieja tradición turística que nació de principios del siglo XX cuando era lo más sofisticado para quienes deseaban descansar en medio del paisaje de los fiordos. Los artistas se enamoraron de Balestrand y aquí desarrollaron un estilo arquitectónico propio cuando, en la época de la independencia, consideraron que tenían que distanciarse de las influencias suecas, danesas o alemanas.
La inspiración vino de la arquitectura alpina y de los mitos noruegos y así construyeron un modelo de casa en madera con adornos en forma de cenefas en ventanas o junto a los tejados y con estilizadas figuras de dragones que nacían de las tradiciones nórdicas.
La ruta de las cascadas es un recorrido a pie muy conocido y de poca dificultad, pero hay que llegar hasta él en coche por la carretera nº 13, porque está alejado de Balestrand, a unos 50 km. El camino, primero por la orilla del agua y luego subiendo a lo alto de las montañas, es espléndido.
Vistas espectaculares de montes y de valles, de bosques, lagos y ríos acompañan el recorrido. Su recorrido va en paralelo al río que se despeña en pequeñas cascadas cada poco tiempo y crea espacios de aguas tranquilas, remansos y corrientes rápidas entre rocas donde la corriente se convierte en espuma. El camino, perfectamente señalizado mediante una F, es irregular, con tramos sobre pasarelas para facilitar el paso sobre suelo demasiado húmedo. Vacas, ovejas, árboles y alguna casa de labor, además del río, acompañan al caminante.
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