Países Bálticos
Escenarios de cuentos de hadas
Las tres capitales bálticas -Riga, Tallin y Vilnius- son ciudades pequeñas y vibrantes, con centros históricos excepcionalmente bien conservados, llenas de animación y de vida nocturna en las antiguas calles empedradas, repletas de cafés, restaurantes y todo tipo de locales.
Fuera de las capitales, los paisajes son espectaculares, perfectos para disfrutar de la naturaleza con largas caminatas por el bosque o junto al mar, baños en lagos cristalinos y recorridos por Parques Naturales.
Como salpicaduras dispersas aquí y allá se encuentran las huellas de una larga y sufrida historia: inmaculados pueblos de arquitectura tradicional, fortalezas y castillos medievales, delicadas decoraciones modernistas o lugares tan insólitos como la Colina de las Cruces, que rememora la durísima dominación soviética.
Países con poco turismo todavía, relajados y tranquilos, de naturaleza rotunda y pequeñas poblaciones animadas, las Repúblicas Báltica son una elección impecable para viajar en verano, cuando, después de un invierno oscuro, las calles de pueblos y ciudades se llenan de gente decidida a aprovechar a fondo los largos días del verano.
Las Repúblicas Bálticas son una elección impecable para viajar en verano, cuando, después de un invierno oscuro, las calles de pueblos y ciudades se llenan de gente decidida a aprovechar a fondo lo largos días del verano.