Estonia

Estonia es la más septentrional y la más pequeña de las repúblicas bálticas. Al sur limita con Letonia y al este con Rusia, pero al norte y al oeste está rodeada por el mar. Su superficie supera los 45.000 km2 -esto es, un poco mayor que Extremadura- y la población se sitúa alrededor de los 1,3 millones de habitantes.

Similar en muchos aspectos a sus hermanas del sur, tiene también diferencias importantes respecto a ellas debidas en parte a la proximidad de Finlandia, de la que la separan las aguas del golfo, y al menor peso que tuvo la relación con Polonia al final y después de la edad media. Seguramente su aislamiento explica la llamativa debilidad de la implantación de la religión cristiana. Sueca durante el siglo XVII, rusa durante los siglos XVIII y XIX, consiguió la independencia con la caída de los zares y la mantuvo, guerreando con el ejército rojo, hasta que los acuerdos entre Hitler y Stalin la pusieron de nuevo en la órbita rusa.

Tallin, la capital de Estonia es casi un mito. Y ello puede crear cierta incomodidad. Para algunos es demasiado bonita y demasiado cuidada para resultar natural. Y para bastantes excesivamente llena de turistas, sobre todo cuando se encuentran envueltos por las masas de quienes desembarcan de los cruceros que navegan por el Báltico.

La realidad es que los inconvenientes se soportan más que bien, porque Tallin es una ciudad espléndida y alegre, llena de terrazas de bares y pequeños restaurantes en las calles de su centro histórico y llena de comercios y de rincones a los que dedicar la atención. Si Tallin es la joya de Estonia celebrada por todos, Pärnu es la capital del verano y de la playa, la estación balnearia por excelencia y por ello no está de más dedicarle un poco de tiempo.

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