Letonia
Letonia tiene una superficie de 64.589 km2 -muy parecida a la de Lituania- y una población de 2,2 millones de habitantes. Su capital, Riga, se halla a orillas del río Daugava, en un ensanchamiento muy próximo a la desembocadura en el Báltico, lo que hizo que el puerto fuera en la práctica un puerto de mar. De ahí su importancia a lo largo de la historia y la riqueza que adquirió con el comercio.
No es de extrañar, pues, que el centro histórico de la capital letona cuente con numerosos y bellos edificios cuyos estilos van desde el gótico al art nouveau, y que pasear por él sea fuente de continuas sorpresas. Un día y medio bien aprovechados son una buena medida para ver lo más importante de la ciudad.
El palacio de Rundale es una de las paradas que se supone debiera hacer cualquiera que visite Letonia. En parte es así porque no representa un gran desvío en el camino que se suele utilizar cuando se viaja hacia Riga desde Lituania -o al revés, desde Riga a Lituania-. Restaurado con esmero, la realidad es que es un poderoso edificio de corte italiano, situado en medio de un bello jardín. Fue construido por el mismo arquitecto que construiría el Palacio de Invierno en San Petersburgo.
El Parque Nacional de Gauja lo conforma una extensa región boscosa y con un considerable relieve que contrasta con el paisaje de llanura habitual en los países bálticos. Senderos, lagos, ríos, masas arbóreas, praderas dan ocasión de disfrutar de la naturaleza y de practicar los más variados deportes de aire libre. Sigulda es la capital de la región y el punto de partida para visitar castillos, cuevas y otras curiosidades.
Muy cerca de Sigulda se encuentra el Parque de Turaida. Distintos caminos permiten pasear y pasar un buen rato al aire libre, aunque lo que más llama la atención es el castillo y su torre circular, típica de las fortalezas livonias. frutar de un espléndido panorama sobre los alrededores.
Las Repúblicas Bálticas son una elección impecable para viajar en verano, cuando, después de un invierno oscuro, las calles de pueblos y ciudades se llenan de gente decidida a aprovechar a fondo lo largos días del verano.