Oporto
Oporto es una ciudad especial. Ha sido la capital industrial de Portugal y presume de más seria y rigurosa que Lisboa. Algo caótica en su centro, con desniveles entre un barrio y otro, con callejuelas estrechas, atascos habituales y edificios a veces oscuros y antiguos, pero también con una fuerte vitalidad, con un río Duero y una Ribeira que animan la vida de la ciudad y con bellos monumentos, tiene todo el encanto para disfrutar de ella y dedicarle un tiempo.
La historia de Oporto está íntimamente ligada al río Duero, al comercio y a la industria del vino. Debido a ello, aunque estuvo alejada de la corte, fue una ciudad emprendedora y rica. En el centro, la Plaza de los Aliados muestra los aires de una gran capital y las calles vecinas, con comercios que han conservado su aspecto tradicional, con sus iglesias decoradas de azulejos y con su bullicio, mantienen una atmósfera que no ha perdido los aromas del pasado. La calle Santa Catarina sigue siendo una vía comercial donde se condensa la vida cotidiana de la ciudad. Comercios como la Pérola do Bolhao, el Café Majestic, la célebre librería Lello o -a muy poca distancia- la misma Estación de San Bento son las señas de identidad de una ciudad que se obstina en no perder su pasado.
Desde el llamado centro la ciudad tradicional discurre cuesta abajo camino del Duero. La Catedral, todavía en las alturas es otro de los lugares a visitar, como lo es, a nivel del río, la extraordinaria iglesia barroca de San Francisco. Pasear por la Ribeira, la fachada de la ciudad antigua que mira hacia el río, convertida en un animado espacio con terrazas y restaurantes, es un excelente entretenimiento con el paisaje de casas humildes a un lado y el imponente Puente de Don Luis en frente. Al otro lado del río, por supuesto, la visita a alguna de las famosas bodegas que se asientan a orillas del Duero es otra de las visitas que forman parte del ritual de una estancia en Oporto.
Quienes deseen no perderse el Oporto más actual lo encontrarán en la rúa Miguel Bombarda y en la vecina rúa do Rosario. Y quienes en esa misma línea de modernidad apuesten por el arte, no pueden perderse tampoco la visita a la Fundación Serralves, algo alejada del centro.