Sighisoara

Sighisoara, en la Transilvania, vive a medias bajo la sombra turística del recuerdo a Drácula y sobre la ola de una recuperación que le ha devuelto brillo y un aspecto renovado. Aquí nació Vlad Tepes, el príncipe de Walaquia, que inspiró la famosa novela y que ahora está presente con su aspecto fiero en todas las tiendas de souvenirs. Es también conocida como la pequeña Viena. Sus tejados y callejuelas están llenas de encanto.

La ciudad vieja mantiene las antiguas murallas, aunque el primer encuentro suele hacerse fuera de ellas, por la plaza de Hermann Oberth, dedicada a un ingeniero aeronáutico, muy animada, rodeada de restaurantes y cafés. Desde ella se accede fácilmente al casco antiguo, un conjunto coqueto y muy manejable que conserva su espléndida ciudadela amurallada con nueve de sus catorce torres originales, estrechos callejones y pasadizos y calles jalonadas por sencillas casas de colores vivos del siglo XVI.

El corazón de la vieja ciudad está marcado por la Torre del Reloj. Data de 1676, tiene 64 metros de altura, está rematada por cuatro torrecillas que coronan la aguja principal. Posteriormente se añadió el carrillón con diversas figuras de carácter simbólico y actualmente es sede del museo de historia. Merece la pena subir hasta lo más alto de la torre. Podrán verse de cerca los mecanismos del reloj y los personajes del carrillón. Pero sobre todo se podrá admirar la ciudad con la mejor vista sobre sus tejados.

Desde la Torre del Reloj una callecita lleva a la plaza Cetaji. En esta calle se encuentra, a la izquierda, la casa, hoy convertida en restaurante, donde vivió Vlad Dracul; a la derecha la biserica del monasterio dominico y, justo al lado, el edificio del ayuntamiento.

En la bonita plaza Cetaji (sería genial sin coches) se encuentra la casa Hirscherhaus, en el nº 10, que es más conocida como "cu cerv" por la cabeza de ciervo en madera con cuernos de tamaño natural colocada como adorno en la fachada del edificio.

Si desde la plaza se toma la calle Scolii que asciende hacia lo alto de la colina, habrá que superar la "Scara Scolii" una bonita escalera de madera de 177 escalones para alcanzar la cima. En ella se encuentra la iglesia de la colina, el cementerio sajón, el liceo Haltrich y unas buenas vistas de la ciudad. Para no repetir el camino, la bajada puede hacerse por la parte trasera, siguiendo el trazado de la muralla de más de 1 km de longitud y siguiendo un sendero que discurre entre casas adosadas y pequeños huertos. En el trayecto se podrá apreciar (aunque faltan por restaurar) la torre de los Santos y la de los Hojalateros que tiene un bonita galería de madera.

Perderse por sus numerosos callejones puede ser otra de las maneras de recorrer y disfrutar de esta ciudad que ganará muchos puntos cuando las obras hayan finalizado.

Fuera de la muralla, en la parte baja de la población, es recomendable pasear por la avenida 1º de diciembre para ver sus bonitos edificios de estilo renacentista y observar la ciudad desde una perspectiva diferente.

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